Javier Milei ordenó -y cumple- un sepulcral silencio sobre la relación con el líder de PRO, su principal partido aliado. Se enfoca en sostener a Caputo, mantener a raya la tensión cambiaria y reglamentar el paquete fiscal para mejorar la recaudación
No es frecuente que los ministros visiten la Casa Rosada por fuera de los días en los que hay reunión de Gabinete. Pero cuando lo hacen, es habitual que se vean con Javier Milei. Ayer no fue el caso. Patricia Bullrich estuvo durante más de una hora en la sede del gobierno nacional para hacer un anuncio de gestión. Pero debió conformarse por ver a los colaboradores del Presidente, que no la recibió ni antes, ni durante, ni después del acto que encabezó junto a Mariano Cúneo Libarona en la planta baja.
El primer mandatario se encontraba en Balcarce 50 en el momento de la visita de la principal funcionaria de PRO de su equipo. Y, según contaron fuentes oficiales, había planeado “darse una vuelta” por el Salón de Héroes de Malvinas para saludarla la presentación de la ley de juicio en ausencia. Sin embargo, el jefe de Estado finalmente se quedó en su despacho.
En Gobierno aseguraron que fue por cuestiones de agenda (tenía que grabar una entrevista al mediodía y dar un discurso en la Bolsa de Comercio a las seis de la tarde), pero admitieron que una foto juntos, en el contexto de convulsión política con Mauricio Macri, hubiera significado romper la regla principal de la cúpula libertaria en la relación con sus socios políticos, esa que repiten con mayor frecuencia desde la semana pasada: “No nos metemos en la interna de PRO”.
El Presidente no quiere forzar una ruptura con Macri. Necesita de su aliado, principalmente en el Congreso, e incluso los miembros de su círculo íntimo que se muestran más reticentes a una eventual alianza (en lugar de una fusión) admiten que necesitan contenerlo. Por eso le pidieron al titular de Economía, Luis Caputo, que convoque al jefe de gobierno porteño, Jorge Macri, al menos para sentarse a escuchar nuevamente de primera mano sus reclamos por la coparticipación de la Ciudad de Buenos Aires.
Además, Milei no emitió una palabra sobre el estado tormentoso de la relación desde que Mauricio Macri pataleó por la coparticipación y marcó las primeras críticas sobre el rumbo económico, la semana pasada. Ayer, en la Bolsa de Comercio, se limitó a hablar de economía, y en todo caso, al Congreso. Además, dio la orden a su equipo de omitir cualquier reacción negativa que pudiera asociarse a su postura, al menos on the record. Y obligó a sus soldados de la comunicación en redes a morderse la lengua, a pesar de que estaban ansiosos por salir a soltar los perros con sus ejércitos de trolls. “Podríamos haber dicho muchas cosas del tuit de Mauricio por la coparticipación. Por ejemplo, que estaba haciendo lo mismo que él condenaba cuando decía que ‘todos buscan lo suyo’. Pero no lo hicimos”, deslizó un funcionario.
En cambio, Milei se dedicó a los gestos de apaciguamiento. Mandó a su elogiado funcionario dialoguista, Guillermo Francos, a quien le agradeció ayer por la aprobación de la Ley Bases, a pedirle al presidente del partido aliado que no dejara de asistir al Pacto de Mayo. Mientras que su principal asesor, Santiago Caputo, habló con el nuevo titular de la asamblea de PRO, el diputado nacional Martín Yeza, con quien tenía una relación de amistad previa y quien ofició, por unos días, como especie de mediador. “No es año electoral, un quiebre es imposible”, dijeron en la Casa Rosada. Y aseguraron que, efectivamente, Milei no tiene planeado responder a ningún cuestionamiento.
También, en plan de hacer oídos sordos, en Gobierno inclusive ponían en duda el malestar que dejó trascender en los principales medios de comunicación del país el ex mandatario sobre el trato que recibió en Tucumán, el martes feriado. “Hasta que Mauricio no salga a hablar, para nosotros son sólo trascendidos”, dijeron.
Se acerca la feria judicial, están por empezar las vacaciones de invierno y en el Congreso ya todos tienen hechas las valijas para regresar a sus provincias. Macri regresó a Europa tras la excepcional interrupción que admitió hacer para viajar a Tucumán a acompañar al jefe de Estado en su día más importante. Y todo indica que Milei, aunque no tiene planeado ceder, no hará un solo movimiento que pueda llevar al punto de hervor la paciencia de su aliado. Su prioridad es mantener a raya la tensión cambiaria y reglamentar el paquete fiscal, para mejorar la recaudación, y peor que puede pasarle es que se agite nuevamente un clima de inestabilidad política en el momento más álgido de la crisis desde que asumió. Por ahora, esperará, a ver qué pasa.
Fuente: Infobae - Brenda Struminger